viernes, 6 de agosto de 2010

El oráculo de agua

escribe: José Luis Velásquez Garambel






Boris Espezúa Salmón (Juli – 1960), ganador del prestigioso premio “COPE de ORO” – 2009, es el poeta que nos obliga a recordar nuestra fe en la poesía y nos devuelve la esperanza en la palabra; pues la literatura, con el perdón de Dios, es para el hombre justo y sensible la única religión a través de la que se logra sensibilizar el espíritu y consolidar el sentido estético que aparece en una cultura.

De seguro muchos recordarán la incursión de Boris en la Política, buen intento de hacer de la sociedad puneña un espacio más justo, y es que ocurre algo que se ha convertido en una verdadera regla, “los pueblos jamás eligen bien”, es la ignorancia la que se atiborra, gobierna a la inteligencia y a la sensibilidad; así como a la esperanza se opone la opacidad de espíritu ya que existen océanos de distancia entre el manejo de la metáfora y el discurso que repta con ansias de llegar al poder y de hacer del pueblo más torpe y vulgar de lo que ya es. Sin embargo Boris sólo ha tenido buena voluntad y buena fe en la palabra, y como era de esperarse la inteligencia en una sociedad en donde los edificios de la corrupción nos cubren del sol no puede aspirar a más.

Estas palabras son un abrazo al hermano mayor que ha sabido, con gracias e inteligencia, mantener el oficio de orfebre de la poesía, de alarife de la imagen poética por más de treinta años y ha hecho magisterio en generaciones anteriores como a los del 90, ya que sin su presencia no existiría una continuidad tan vigorosa en el panorama poético de Puno, prueba de ello es el premio reciente que nos ha entregado a los puneños y por el que nos sentimos orgullosos, ya que ha pasado más de una década desde que otro poeta, Alfredo Herrera, nos entregara otro premio COPE de ORO”.

En poesía, no existe sólo inspiración sino sobre todo ejercicio, sudor y sudor, lectura y lectura, corrección y corrección ¡oficio! Y eso se conquista con estudio y formación constante. Eso ha hecho Boris Espezúa desde los 16 años y a la fecha han transcurrido ya 34 años, de tal modo que no es sorpresa su magnífico dominio sobre su oficio.

En 1978 salió a luz “El sentimiento en camino”, con poemas escritos entre el año 75, 76 y 77; el poeta contaba entonces con la edad de la ternura y algunos años más tarde se constituiría en una de las voces más nítidas e importantes de los ochentas y de los noventas junto a Alfredo Herrera Flores, José Velarde y Lolo Palza Valdivia. En el suplemento TOTORIA del 1º de abril del 2009 manifestábamos que era heredero de la profundidad de Gamaliel Churata y de la transparencia de Carlos Oquendo, sin duda no ha sido un error, este premio que nos entrega da testimonio de ello. Pues en años anteriores ha logrado ser finalista del COPE 1995 y 1997. Además, en su producción poética cuenta con: “A través del ojo de un hueso” (1989), “Tránsito de Amautas” (1990), “Alba del Pez herido” (1998), “Tiempo de cernícalo” (2003) y ahora “Gamaliel Churata o el oráculo del agua” (2010).

Toda su producción poética es una exploración sobre la cosmovisión andina, son pues una reelaboración semántica de los mitos nuestros, y en esta vera transita junto a “Los Dioses” de Omar Aramayo, quien es su referente anterior. En “el oráculo del agua” ha efectuado un estudio de la obra de Gamaliel Churata y ha poetizado parte del mismo, en ese tránsito ha desarrollado un tejido semántico muy complejo que recurre a la filosofía de nuestro referente cultural, un “Ur text de diálogos andinos” como lo llama Walter Paz.

Por otra parte, los premios nacionales de poesía en Puno son muy escasos, su nombre se une a Alejandro peralta, Luis de Rodrigo, Omar Aramayo, Alfredo Herrera. Gracias a ellos podemos continuar llamándonos “Tierra de poetas”.

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